BILLETES SEGUROS

Desde que los billetes existen han estado sometidos, como todo tipo de dinero, al riesgo de falsificación. Y, como es habitual en estos casos, las entidades emisoras han estado siempre atentas a nuevas formas de disuadir a existentes o potenciales falsificadores. La curiosidad que comparto hoy aquí es un producto de esta circunstancia, surgida en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, conflicto durante el cual numerosos avances científicos y tecnológicos fueron posteriormente aplicados a la vida cotidiana: la crema de protección solar, el vehículo todoterreno, la energía nuclear...el dinero no fue ajeno tampoco a las innovaciones motivadas por el esfuerzo bélico.

Anverso del billete de 1 libra esterlina de 1940, con banda metálica vertical


Si habéis tenido el placer de ver "Los Falsificadores" (2007), sabréis perfectamente a qué me refiero. Poco después del comienzo de la guerra, los alemanes urdieron un plan para desestabilizar las economías de sus enemigos: inundarlas de dinero falso. A partir de 1942, en el ecuador de la contienda, se puso en marcha la llamada Operación Bernhard, llamada así en honor de su responsable el coronel de las SS Bernhard Krüge. El plan consistía en fabricar grandes cantidades de libras esterlinas con el fin no solo de provocar una espiral inflacionaria en la sólida economía inglesa sino también financiar el espionaje y los agentes colaboracionistas así como las compras realizadas en países neutrales. En un principio se manejó la idea de literalmente "inundar" la economía británica de billetes falsos lanzándolos periódicamente desde aviones, con la esperanza de que fueran ampliamente utilizados por la población, pero la falta de medios para llevar a cabo una acción de esta envergadura llevaron a los nazis a optar por limitar el uso de este dinero al pago de agentes y al blanqueo a través de grandes compras. 

Krüge reunió a un variopinto grupo formado por grabadores, numismáticos, diseñadores, impresores, calígrafos e incluso falsificadores profesionales con un denominador común: su reclusión en campos de concentración por su condición de judíos. No era la primera vez que los nazis recurrían a "trabajadores esenciales" que ellos mismos habían condenado a los campos de concentración con el fin de sacar adelante su trabajo de forma gratuita, de hecho la magnífica película que detalla los pormenores de la Operación Bernhard muestra el dilema constante al que deben hacer frente los 140 reclusos seleccionados: a cambio de unas condiciones de vida dignas (que en un contexto como ese, podía considerarse un verdadero lujo) deben ayudar a sus carceleros a ganar la guerra.

Reverso del mismo billete

Así, a partir de 1942, el grupo se puso a trabajar a pleno rendimiento en el campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Una vez se consiguieron descifrar los códigos para generar números de serie válidos, fabricar las planchas con sus correspondientes dibujos y conseguir una imitación de papel moneda con marcas de agua, se pasó a la producción en masa. Para 1945 se habían generado casi 9 millones de billetes falsos de 5, 10, 20 y 50 libras esterlinas por un valor total de más de 134 millones. La calidad de estas falsificaciones es tan alta que se consideran de las mejores de la Historia. Tanto, que el Banco de Inglaterra solo pudo detectar un billete falso durante todo este tiempo.

Desgraciadamente, es muy difícil dar hoy en día con una de estas falsificaciones, pero sí puedo mostrar aquí un billete de libra auténtico de la época. Cuando en 1940 el gobierno británico tuvo conocimiento de los planes alemanes se apresuró a tomar medidas para luchar contra la falsificación. De esta manera, los billetes de una libra cambiaron su tono verde por uno rosado (como el de la imagen) y los de 10 chelines (media libra) pasaron del marrón-rojizo al morado. Al mismo tiempo, y he aquí la principal novedad, introdujeron una fina banda metálica de seguridad en la parte izquierda de su anverso. En cualquier caso, los efectos de la introducción de billetes falsos de libra en la circulación monetaria continuaron mucho después de la finalización de la guerra, ya que Gran Bretaña retiró todos los billetes en circulación de más de 5 libras y no los volvió a introducir hasta varias décadas después.

Detalle de la banda metálica 

De lo que no cabe duda es que la Operación Bernhard merecía una película. En Febrero de 1945, tras realizar un intento de falsificación de billetes de dólar, el equipo de falsificadores fue trasladado a Austria, cerca del campo de Mauthausen-Gusen, ante el avance de las tropas soviéticas. En el mes de Mayo, en los estertores de la contienda, se dio la orden de trasladarlos una vez más, en esta ocasión al campo de Ebensee (en Austria también), donde deberían encontrar su trágico final. La tardanza en llevar a cabo este traslado (solo se disponía de un camión por lo que éste debió realizarse en tres viajes) y el caos que reinaba entre los guardias de Ebensee ante el inminente final de la guerra salvó la vida de este singular equipo, que se fundió con los demás presos. Esto ocurrió el 4 de Mayo; dos días después los norteamericanos liberaban Ebensee. La suerte también sonrió al coronel Krüger pues, aunque pasó unos años detenido, fue liberado sin cargos en 1948. Sin duda, el hecho de haberse encargado de un equipo de “trabajadores esenciales” a los que se debía cuidar especialmente fue un elemento que pesó en esta decisión.

En cuanto a las falsificaciones, parece ser que la mayor parte de ellas fueron vertidas al lago Toplitz cerca de Ebensee poco antes del final de la guerra, lo que explica que hoy en día sean tan difíciles (y costosas) de encontrar. 

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