BILLETES POLARES (III)

En un par de ocasiones hemos compartido aquí ejemplos de unas curiosas emisiones de dólar en polímero supuestamente hechas para la Antártida y el Ártico, que no son sino un ejemplo de billetes de fantasía diseñados para coleccionistas y, en el caso de la Antártida, con fines benéficos relacionados con la exploración (ver entradas Billetes polares y Billetes polares II). No son estas las únicas emisiones polares porque pese a la dificultad (o más bien inutilidad) de la utilización de monedas y billetes en regiones remotas y despobladas, son varios los países que ejercen soberanía directa en los círculos polares, contando con poblaciones y asentamientos de suficiente peso como para contar con circulante. Es el caso del círculo polar ártico, bajo soberanía de Estados Unidos, Canadá, Dinamarca (a través de Groenlandia), Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. En el caso de la Antártida, al no existir un país o países que ejerzan una soberanía directa sobre el territorio la circulación monetaria es más complicada, aunque las bases permanentes  allí instaladas usan por lo general la moneda del país al que pertenecen.

Anversos de los vales de la compañía Arktikugol para Spitsbergen por valores
de 1, 2, 3 y 5 kopeks

La conclusión es que, emisiones de fantasía aparte, no solo existen los dólares polares (norteamericanos y canadienses) sino también euros, rublos y coronas de varios países nórdicos, así como las monedas de aquellos países que mantienen bases en la Antártida. Por tanto, no hay nada de extraño en que el dinero haya llegado hasta las zonas de climas más extremos. Hoy sin embargo quiero centrar mi atención en unos billetes que, pese a su denominación y apariencia inequívocamente rusas han circulado en territorio noruego. ¿A qué se debe esta curiosidad?

Corresponden a la comunidad minera rusa de Spitsbergen, la isla más grande del archipiélago de Svalbard, situado en la confluencia entre el océano Ártico, el mar de Barents y el mar de Groenlandia, es decir, uno de los territorios situados más al norte del mundo. Así como en la Antártida el foco se ha puesto tradicionalmente, de acuerdo con las disposiciones del Tratado Antártico, en la exploración científica, el Ártico ha sido objeto en muchos casos de la explotación de recursos naturales, dada su mayor accesibilidad así como al hecho de que la soberanía es ejercida directamente por varios estados.  
Reversos de los vales, de diseño simple

De todos modos, no siempre la soberanía ha sido ejercida de forma clara, como veremos en el caso de Svalbard. Hasta principios del siglo XX el archipiélago de Svalbard era un territorio no sujeto a normas, en el que muchos países habían desarrollado actividades comerciales (pesqueras y balleneras principalmente) y de investigación. Una vez que las actividades mineras se establecieron, se hizo necesaria una regulación explícita para el desarrollo de esta explotación. El tratado de Svalbard fue firmado en 1920 y reconocía la soberanía indiscutible de Noruega sobre el archipiélago, así como la aplicación en términos generales de la legislación noruega en este territorio, pero aseguraba los derechos comerciales y de explotación de recursos de los países firmantes. Las actividades estaban sujetas a la legislación noruega pero se establecía una no discriminación por motivos de nacionalidad (es decir, una compañía noruega no podía tener preferencia sobre una de otro país firmante). Hasta hoy han firmado un total de 39 países el tratado, entre ellos España y, en el caso que nos ocupa hoy, Rusia.


De la explotación rusa del carbón en la isla de Spitsbergen se hace cargo desde 1932 la compañía estatal Arktikugol (carbón ártico), creada poco después de la Revolución con el fin de concentrar todos los intereses mineros rusos en la zona. Durante las siguientes décadas se establecieron comunidades rusas en las localidades de Barentsburg, Pyramiden y Grumant, aunque a partir de los años sesenta la reducción en la calidad y producción del carbón dio lugar a un progresivo declive de las mismas. La compañía siempre trató de que sus habitantes se sintieran como en casa, lo cual puede verse reflejado en la arquitectura y decoración del lugar, típicamente soviéticas. A partir del final de la Segunda Guerra Mundial estas comunidades dispusieron también de fichas o tokens y de vales en papel para su circulación. 

Los que presento hoy son de la década de 1970. Como podéis apreciar tienen un diseño simple, incluso austero, con colores apagados y el emblema de la compañía en el centro del anverso como toda decoración. Este emblema consiste en un oso polar sobre el mapa del archipiélago de Svalbard y año de la fundación de Arktikugol pero es apenas perceptible. Son los vales de más baja denominación, 1, 2, 3 y 5 kopeks, aunque se emitieron valores de hasta 100 rublos que podéis encontrar en esta página: http://www.banknote.ws/COLLECTION/countries/EUR/SPZ/SPZ.htm#ND (1979) Issue
Posición del archipiélago de Svalbard en
el círculo polar ártico (fuente: wikipedia)

Tras la desintegración de la URSS la industria del carbón, cada vez menos lucrativa, pasaría a ser privatizada, aunque no fue el caso de Arktikugol, que continuó en manos del estado. Desde entonces la compañía ha buscado una diversificación en sectores como el turismo o la pesca aunque con escaso éxito. No parece que se hayan emitido más tokens o vales en fechas más recientes, por lo que me imagino que la moneda en circulación en estas comunidades será la corona noruega, pero no he conseguido encontrar información clara al respecto...

Y con esta entrada "polar", muy acorde con las fechas que ahora disfrutamos, os envío a los que me estéis leyendo mis mejores deseos por Navidad. 

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